Al llegar la primavera, y las plantas del jardín ostentan sus yemas, ramitas, capullitos y florecillas abiertas. Una mezcla de aromas que en conjunto hacen que sea una delicia muy atractiva de olores y colores en una bella sinfonía de la madre Naturaleza.
Teníamos un precioso ficus. La poda en las plantas son necesarias y buenas para el árbol, pero me resisto a cortar cualquier rama, incluso hojas, porque había compartido con nosotros nuestras penas, preocupaciones y alegrías durante muchos años.
Compramos el ficus cuando era una plantita diminuta que estaba en un tiesto chico. Mi marido y yo acabábamos de casarnos hace "taítantos" años, luego hace todo ése tiempo, claro...Vivíamos en una casa alquilada de techos no muy altos y en todas las dependencia había ventanal o balcón. Coloqué el arbolito en un rincón del pasillo de entrada a la casa, donde le llegaba el sol a través de la galería. Cuando los rayos solares se posaban sobre las tiernas hojas verdes, el follaje reflejaba de tal forma la exuberancia de la vida, que sentía expandirse mi corazón, era una gozada.
Al año siguiente, con nuestros ahorros, mi marido y yo compramos una casita con estupenda distribución, con un desvancito que convertimos en estudio. Tenía un jardín grandecito, éste era pródigo en plantas y diversidad de flores, muy del clima sevillano. El ficus era el "rey", crecía precioso. Nos dijeron que el árbol enraizaba con mucha fuerza, así que para no dañar la estructura de la casa a medida que crecía, lo conservamos en macetón. Con todo, la abundante luz solar y el rocío lo hicieron crecer robusto y frondoso. Cuando nació nuestra primera hija, ya estaba como yo de alto. Solíamos sentarnos bajo el árbol las mañanas de verano y complaciente, nos abanicaba con sus hojas y la brisa. A veces, nos sentábamos al atardecer a su lado y nos poníamos a leer, mientras la pequeña, correteaba jugando. Era una época muy buena y feliz. Siempre me gustó observar la Naturaleza y deleitarme con ella. En ocasiones apagaba la luz del porche para ver el coqueteo entre el ficus y el claro de luna. Las hojas se sacudían y danzaban en vaivén al caer al suelo, la traviesa luna, no atinaba. Manteníamos buenos ratos de charla sobre cualquier cosa, y también cuando nos visitaban familia y amigos, formaba parte de nuestro entorno, una parte muy entrañable. El tiempo, el mejor director del teatro de la vida, nos asigna distintos papeles a través de los años. Yo había representado a una hija, esposa, nuera y madre. El ficus, era mi público fiel, testigo de cada detalle de mi actuación. Vinieron más hijos. Mi árbol estaba muy frondoso y en sus ramas los niños ponían sus columpios, presenció los eventos familiares, vio cómo pasamos noches en blanco mientras criábamos a los hijos, miró a los niños pasar del balbuceo y el gateo de la infancia a la adolescencia, y al aparecer con los novios, testigo mudo de almuerzos familiares, debates sobre los proyectos y estudios de los hijos, del ascenso imparable de mi marido en la empresa. Así fue pasando el tiempo. Mi esposo y yo dejábamos atrás nuestra optimista y vigorosa juventud y entrábamos en la madurez. También acusaba el paso de los años la casa, que empezó a salirle goteras, se obstruían los tubos de desagüe, alguna cerámica trianera del porche, precisó un arreglito.
A nosotros también nos gustan los animales, criarlos y cuidarlos y pensamos que a nuestros hijos también, así le fomentamos el compartir y darles una responsabilidad y dan estupendos réditos y motivaciones a todos...El gato se subía al ficus a otear y dormir, el perro, dormitaba a su sombra y los pajaritos revoleteaban por sus ramas...
A nosotros también nos gustan los animales, criarlos y cuidarlos y pensamos que a nuestros hijos también, así le fomentamos el compartir y darles una responsabilidad y dan estupendos réditos y motivaciones a todos...El gato se subía al ficus a otear y dormir, el perro, dormitaba a su sombra y los pajaritos revoleteaban por sus ramas...
Decidimos pasar a la tierra el magnifico ficus. Mi marido cavó un gran y profundo hoyo para que sus viejas raíces, se estiraran y aflojaran con libertad y cubrió de mantillo. En la faena todos nosotros intervenimos de una manera u otra y los nietecitos, espectadores boquiabiertos, haciendo mil preguntas, pero muy formalitos. Echó ramas y renuevos y se cubrió de un follaje intensamente verde. Mucho después de que nos hayamos ido nosotros, el ficus seguirá para vigilar los eventos familiares y ver cómo comparten sus alegrías y sinsabores, sus placeres, preocupaciones, enfados, amarguras y risas y ser el guardián de nuestra casa y de nuestros hijos, de generaciones venideras.
Fue el mudo testigo de mi vida y comparte conmigo varias décadas, custodió nuestra casa y vivimos las venturas y penalidades que nos depara las circunstancias de la vida. Lo criamos desde chiquitito, le dedicamos cariño y atenciones, es un entrañable amigo. Hace un tiempo enfermó, escogimos una ramita que nos parecía más "sana", la plantamos y cuajó. Es el ficus que encabeza la entrada, sus hojas no son verdes y brillantes como las de su "padre", pero estamos contentos de ver crecer su estirpe en casa, con nosotros...
Que bonito relato es como un cuento que ilusiona, esa planta es testigo de vuestra vida, conoce vuestras risas y los cuchicheos de los peques. Q ue dure muchos y que lo sigáis disfrutando. Un abrazo
ResponderEliminarLo he escrito como un relato, por eso lo he titulado así,
EliminarTengo tantas cosas que realizar, por años que viva siempre me faltará tiempo. Pese a los años, mantengo intacta la curiosidad, las ganas de hacer cosas, compartir y creo que me moriré así, aunque los años me vayan limitando, no es el caso, por ahora, en fin, mi madre me decía que era un rabillo de lagartija, jajajaja ...
Besos
Una preciosa historia la de tu ficus que me ha hecho recordar los árboles que planté hace años en el jardín de la que fue mi casa por unos años y que lamentablemente la vida me dio un zarpazo y me tuve que alejar, muchas veces pienso en el tamaño tan grande que deben de tener ya esos árboles. No te he reconocido en la foto pero ese árbol es una maravilla. Besicos
ResponderEliminarHola Charo, es cierto, la vida da zarpazos y te hacen retirar de lugares con los que ya te encariñaste. Bueno, hay zarpazos, peores ambas ya sabemos a estas alturas de la vida.
EliminarTe cuento: una menda es la que ves en el centro con pantalones grises y chaquetón beige claro. Lo pasamos genial, aprendimos mucho y nos divertimos de lo lindo, fue inolvidable.
De chica me subía por sus ramas a escondidas de mi madre...
Besotes.
Los árboles u otras especies vegetales que se acomodan en nuestras viviendas, tienen esa familiariadad que crean también los animales. Ahora que, escribes con ese cariño y amor por tu ficus, me acordé de la bella balada de Alberto Cortez, Mi árbol y yo. Vaya sentimiento de canción. Cuando voy a las tertulias con mis poemas, no falta. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarSí, es muy cierto. Se adaptan de maravillas cuando son pequeñas y el buen cuido hace el resto. Lamentablemente, después de muchos años entre nosotros, enfermó y no tuvo remedio. Lo pasamos fatal, le teníamos mucho cariño. Hoy vive una parte de él y que sea por muchos años..
EliminarConozco esa gran canción de nuestro gran Alberto Cortez, inolvidable.
Un abrazo.
Es como un miembro de la familia. Un beso
ResponderEliminarHola Susana, forma parte de la historia de la casa, la cuidas y la ves crecer, te encariñas con ella. Ahora, sigue viviendo una parte de él y estamos muy contentos.
EliminarUn beso.
Te vas a reír, vi la primera foto y durante la lectura de este bonito relato tuyo, lleno de entrañables recuerdos de cómo iba creciendo el ficus y al lado toda tu familia, gatos y peros incluidos, creía que el ficus era el que creo debe ser un ciprés, que se ve detrás del ficus… en fin, que luego al ver la otra fotografía pensé ¡ estas buena tú! Jajaja como dice ESTER que os acompañe mucho muchos años más, este hijo de su padre ficus... deberías ponerle nombre : ) A ver, yo apuesto a que eres una de las dos que llevan bufanda de la izquierda, con lo arremangada que me pareces, voto por la que la lleva en la cabeza, aunque la del gorrito tb podrías ser… en fin, tú dirás. Un besito, abuelita adorable : )
ResponderEliminarNos encariñamos con las plantas que cuidamos, animales, casa, es un concepto de vida y en eso somos iguales mi marido y yo. Hemos tenido familia numerosa y estamos muy contentos y orgullosos de ellos, y cuando nos reunimos la tribu entera es una gozada, pero al fin del día estoy "muertita", jajaja, la casa tiene tres plantas, para que quepan todos ¡Ofú!
EliminarYo soy la "niña" del grupo, (por dar una pistilla,) a ver qué dicen otros, jajajajaja, bueno, no te quedes intrigada, soy la que está en el centro, chaqueta beige clara y pantalón gris, la "niña" del grupo, jejejeje. Lo pasamos genial. Por lo general, guardo amistad con todos, siempre tuve esa suerte y espero conservarla...
Besotes.
Un relato que emociona, felicidades.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Alfred, lo pasamos mal el día que lo cortaron para llevárselo, pasó muchos años con nosotros, pero logramos un "brazo" suyo que luce desde hace años y está crecido.
EliminarUn beso.
Tú todo tienes que hacerlo a lo grande. ¿Quién dijo plantar un árbol? Tú, un pedazo de ficus que no cabe en el jardín. ¿Quién dijo tener un hijo? Tú, familia numerosa. El día que te pongas con lo del libro —si no te has puesto ya— escribirás una enciclopedia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajaja parece que me conoces de toda la vida, algo de eso sí que tengo, mi arma..
EliminarMe encanta la familia numerosa con todo lo que lleva, claro. Pues sí, he pensado escribir, al menos, un libro, pero no puede ser por ahora. Estoy muy pillada por muchos flancos. Ya ves, algo tan sencillo como contestar los comentarios, como no abro con la debida frecuencia el ordenador, se me van acumulando, cosa que no entiende todos, pensarán que exagero, eso sí, para mi es sagrado contestaros siempre y agradecida a todos los que lo hagan...
Cierto que tengo curiosidades históricas de los abuelos que no vienen en los libros de textos, ya os daré la "paliza", jajajajaja, besote así de grandeeeeeee
Me sentí muy identificada con tu relato. Lo mismo me ha sucedido con un cactus del tipo San Pedro. Lo compré pequeñito cuando mis hijos eran niños. Mis hijos crecieron junto al cactus y hoy, tiene cerca de tres metros de altura. Me regala unas flores espectaculares cada verano. Lo quiero tanto que si algún día me voy de la casa donde vivo actualmente, lo llevo conmigo. Las plantas nos transmiten paz y bienestar.
ResponderEliminarAbrazos
Es muy cierto lo que dices, Tatiana, son seres vivos lo tenemos desde pequeñitos, les vemos crecer con nuestros cuidados y ellos son agradecido, pertenecen a la casa y a todos nos gustan las plantas.
EliminarNos transmiten todo eso y te encariñas con ellas, indudablemente.
Nos sentimos contentos de ver crecer un "brazo" de su padre y nos conforta.
Gracias por pasar por aquí. Disculpas por mi demora, pero siempre contesto. Estoy muy liada...
Besos.
Ese rabillo de lagartija que siga por siempre, es la ilusión, otra de las cosas que nos hacen estar alegres y vivas, Muy bonito. Un besote
ResponderEliminarMi madre me decía "Genio y figura hasta la sepultura" ¡Me conocía muy bien! Jajajajaja Aunque llegara a los 100 años, me faltaría tiempo para todo lo que tengo en la cabecita ¡Cachis!
EliminarEres un cielo, mi fiel Campi.
Besotes.
Siempre es bueno cuidar de nuestros arboles Me gusto la historia y era un lindo arbol.
ResponderEliminarHola J.P, tenemos muchas plantas, también varias mascotas y 8 nieto, te prometo que no me aburro.
EliminarMe casé muy jovencita y el ficus "vio" crecer a mis hijos y algunos de nuestros, ya te digo...
Un beso.
La historia del ficus es impactanten por la fidelidad de la familia hacia él. Los árboles son testigos muchos de la vida. Precioso texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es, Maripau, era parte importante de la casa, le vimos crecer y compartió con nosotros los eventos familiares y eso deja huella para siempre y somos afortunados de ver crecer un "hijo" de aquel frondoso ficus.
EliminarEs una buena sensación, dentro de lo que cabe.
Te envío muchos besos.
Disculpa por tardar un poco en contestar...
Un notario fiel de vuestra vida que viene a demostrar que el cuido y el cariño también son necesarios para todo aquello que nos rodea y nos hace felices.
ResponderEliminarEn cuanto a la búsqueda, "la doy por tuya". Mi vista no está para esos menesteres.
Besos.
¡Ya lo creo! El cariño y el cuido esmerado hace maravillas en todo ser vivo y a estas alturas de nuestras vidas lo sabemos valorar de manera especial.
EliminarJuan, soy la que ves en el centro de la foto: chaqueta beige claro y pantalón gris, soy la "niña" del grupo jajajajaja, siempre me pasó eso, en la familia, con diferencia, en el grupo de La Caleta, etc.
Un besote.
Qué hermosa historia de tu testigo de vida, tu ficus, Maricarmen, que fué creciendo junto a vos y los tuyos, y tuvo familia también! Y para mí sos la de campera blanca, pantalón gris y cartera negra, un abrazote!
ResponderEliminarNos miramos mucho en el bello ficus, una larga y bonita historia que formó parte de nuestro hogar.
Eliminar¡Eres la única que has acertado quien soy yo en la foto! Tienes una enorme capacidad de observación, así que ya solo me resta enviarte mi más entusiasta y cariñosa enhorabuena, preciosa.
Besos.
Hola, Mari Carmen. Que el ficus sea uno más en la familia..., me ha encantado.
ResponderEliminarCuidar es de los verbos más bonitos que existen, y así es como él ha estado, muy bien cuidado ", y así luce de fantástico.
Yo creo que tú eres la del centro, con la chaqueta blanca. Sácanos de dudas, please!!!! ;-)
Un beso
Hola Chelo, gustazo en volverte a saludarte. Ya ves, después de tantos años se lo llevó una mala enfermedad y no pudimos salvarlo, es como la vida misma, sí.
Eliminar¡Sí señora, buena observadora eres! Soy la que describes y bien, la chaqueta era beige claro. ¡Ya no hay dudas!
Enhorabuena, guapetona.
Besotes.
Me encantan las plantas. Hasta les suelo hablar y pienso que algo entienden y cuando paso junto a mi maceta suelo acariciar sus hojas. Un poco pirao quizás.
ResponderEliminarBesos
Sí, sé que te gustan las plantas, buenas fotos nos regalas de ellas en tu blog. De pirao ni mijita, eres sensible con un ser vivo, esté en tu casa o por tus paseos, se le coge cariño....
EliminarUn beso.
Yo también tuve un ficus en la entrada de mi casa hace varios años, estimada Mari Carmen. Recuerdo que creció altísimo y le daba mucha sombra a mi casa, hasta que un día una de mis hijas lo podó tanto que practicamente lo desapareció. En su lugar hoy crecen hermosos manojos de margaritas blancas y lilas. Recuerdo que tenía sus hojas lustrosas y de un verde intenso. Mucha pena da cuando se nos muere un árbol. El único rey de mi patio, sigue siendo mi pino canadiense. Es un pino de bosque, bastante inmenso y elevado. Parece un edificio. Y nunca olvidaré que lo compré chiquitito y en maceta, estuvo varios años adornando mi sala en las navidades, hasta que decidimos plantarlo afuera en el suelo del jardín, y desde allí no ha parado de crecer. Seguirá aquí cuando ya todos nosotros nos hayamos ido, pues dicen que duran 100 años. Recibe mi abrazo.
ResponderEliminarHola Ingrid, el nuestro se puso enorme, lucía muy frondoso con hojas de un verde intenso y brillantes, tenía tres nidos de pajarillos y mis hijos se columpiaban y formaba parte de la casa.
EliminarEn cuanto pueda me paso por tu casa.
Un besito.
Jo...
ResponderEliminarQué emotivo todo.
De verdad que me ha "tocado " vuestra historia.
Muy, muy, muy bonita.
De eso hace ya un tiempo, pero no lo olvidaremos nunca, formó parte de la historia de nuestro hogar....
EliminarUn beso.
Pues está muy bonito el nuevo ficus que acabará fuerte y con brillantes hoja como su padre. El ficus de la Alameda es un ejemplar precioso.
ResponderEliminarAbrazos.
Eso espero que llegue como su padre y ojalá lo llegue a ver como él.´
EliminarEn la Alameda de Apodaca de Cádiz hay dos enormes y preciosos ficus, centenarios son monumentos naturales de primera.
¡Cuantos recuerdos, de todo tipo!
Gracias Conchi.
Besos.
Que bonita historia sobre ese protagonista de vuestra vida, nosotros tuvimos un ficus durante mucho tiempo, a mi particularmente me gustan las plantas, las cuido y conservo lo que puedo es un disfrute poder disfrutar de la naturaleza.
ResponderEliminarUn Abrazo
Una historia que es entrañable, es lo que la hace hermosa y suele impactar.
EliminarTambién cuenta, es importante que al resto de la familia ame la naturaleza, éramos todos a cuidarlo. Conservar plantas familiares, te da espiritualmente muchos réditos.
Gracias por tu aportación, José Antonio
Abrazos.
Un entrañable relato nos regalas, es maravilloso tener esos recuerdos que tam bien nos hace recordarlos. Estoy arraigada a la naturaleza, por lo tanto entre flores, plantas y árboles me siento como pez en el agua. Un placer estar aquí disfrutando de tus vivencias.
ResponderEliminarMi abrazo más tierno para ti.
Hola Rosana, es una historia muy entrañable. Lo cogimos siendo una diminuta plantita, yo me casé muy jovencita, formó parte de nuestro hogar, compartiendo nuestros eventos y momentos importantes o cotidianos, fue precioso e inolvidable para todos.
EliminarMuy agradecida por venir, especialmente por quedarte. Bienvenida y ojalá sea por mucho tiempo.
Un abrazo.
Estoy segura de haber comentado esta entrada, ¿podrías revisar si se encuentra en spam?
ResponderEliminarBesos para ti.
Sí Tatiana, aunque Bloguer me tiene muy fastidiada desde hace tiempo, no he podido contestar hasta ahora, Mis disculpas. Estoy muy pillada. Hay unas preferencias en mis actividades. Lo que te dejo muy claro es que suelo contestaros siempre, a todos lo que me dediquéis un poco de vuestro tiempo en venir por aquí, para mi eso es sagrado y correspondo, puedo tardar un poco, pero lo gago, no lo dudes, si bien no siempre es así, a veces, contesto pronto.
EliminarMuchas gracias, preciosa.
Un besote.
El Ficus es un árbol precioso, y además se ve que en condiciones óptimas puede alcanzar un tamaño considerable.
ResponderEliminarHola J. S, el nuestro se puso muy grande y precioso. Hoy vive con nosotros un "brazo" de él.
ResponderEliminarLos de Cádiz son centenarios, siempre los conocí enormes.
Gracias por comentar. Bienvenido.
Si los árboles hablaran, este ficus seguro que le contaría al hijo que os ha dejado, lo tranquilo que marcha, porque quede él al cuidado de una familia rica en amor, valores y respeto; como no puede ser de otra forma leyendo tus entrañables letras.
ResponderEliminarUn besito, amiga.
Hola Manuel, unos de mis más veteranos y fieles seguidores. Pues es de agradecer tu comentario, sabiendo captar mi manera de expresar para vosotros.
ResponderEliminarAhora llevo un tiempo que publico menos y correspondo con cierta demora, circunstancias que nos vienen sin avisar y hay que hacer frente lo mejor que podemos.
Siempre te encontraré con frecuencia por esta tu casa y eso es impagable.
Feliz puente con los tuyos.
Besos.
No veo mis comentarios. Besos.
ResponderEliminarHola Teresa, salvo en excepciones, por lo general, en festivos no suelo hacer entradas ni hacer comentarios, así como contestar en mi blog. Lo suelo recordar de vez en cuando en el segundo, ya que en el primero hace dos años que perdí ese espacio. Lo que publique en el primero que tiene más de catorce años, tengo un enlace para atenderos gustosa, lo que pasa es que casi nadie lo usa. Siempre os atiendo agradecida y atenta..Besos.
ResponderEliminarPero tb informo que Blooguer anda muy reguleras conmigo y me fastidia...
ResponderEliminar