REFLEXIONES

 

Cuando oígo decir a mis amigos que esperan que sus hijos no tengan que pasar por las estrecheces que ellos padecieron no estoy del todo de acuerdo con ellos, discrepo cordialmente. (Me explicaré antes que me echéis a los leones): las estrecheces nos hicieron lo que somos y creamos el legado de una sociedad mucho más fructifera y considerada, (la que nos dejaron nuestros padres), que el ser humano construye fecundamente gracias a las necesidades, es decir, ingeniarselas para buscar soluciones, no teniendo una vida regalada, valorar el trabajo y el mérito del esfuerzo, es lo que más y mejor motiva en los objetivos por lograr, precisamente. Es posible padecer desventajas, privaciones, y acaso, sea no habernos visto obligados a luchar, a tener retos, ampliando nuestros conocimientos y capacidades. No encuentro positivo para los muchachos tener una vida regalada: pedir y conceder...con demasiada frecuencia lo he visto, naturalmente no me refiero a sufrir una postguerra o pandemia.

Jóvenes, tened presente que con frecuencia el valor de las cosas no es lo que hay que pagar por ellas, sino lo que nos CUESTA conseguirlas.

A mi juicio, nuestra sana juventud solo puede medir en una dirección, hacia adelante, desde las cosas tal como son, hasta su ideal de cómo deberían de ser. No pueden medir hacia atrás, hacia las cosas como eran porque aún no han vivido suficiente tiempo y no pueden medir lateralmente porque todavía no han tenido la oportunidad de conocerlas debidamente. Las personas de más edad, especialmente los abuelos y padres deben sumar estas dos medias. Esta es, a mi criterio, la principal razón de que exista la brecha generacional...y que siempre existirá...si no se tiene en cuenta suficientemente, analizándolas con ellos, las orientaciones y consejos paternos, siempre razonando, sería un nefasto desperdicio no utilizar tan rica fuente de conocimientos...hoy se habla mucho menos en familia, sin generalizar, que antes.

Yo aprendí, a veces, más de ellos que en los libros de textos